Si se hiciera en estos momentos una encuesta para elegir a la mujer más bella de Argentina posiblemente los principales nombres que saldrían a la luz serían Pampita, Eugenia “La China” Suárez, Lali Espósito, Nicole Neumann, Laurita Fernández, Mica Viciconte, Flor Vigna, Rocío Guirao Diaz, Sol Pérez y, por supuesto, Sofía Zámolo, la escultural modelo que se consagró, dos décadas atrás, gracias a una tapa de la revista Gente.

Lo curioso es que, a diferencia de otras figuras del mundo del espectáculo, la imponente rubia prefiere mantener un bajísimo perfil público y, tras colaborar en diferentes programas, evita cualquier tipo de confrontación innecesaria aunque no tiene problemas, por ejemplo, en visitar el Bailando por un sueño cuando Marcelo Tinelli la invita a participar de alguna coreografía para aumentar el rating con una muestra de calidad y buen gusto.

La modelo entiende mejor que nadie como funciona la televisión y, por eso, acepta estas participaciones pero, por lo general, con buen criterio, se niega a los cruces mediáticos que se han puesto de moda los últimos años, con personas que se gritan frente a las cámaras y luego, como si eso no fuera suficiente, continúan la discusión en sus redes sociales acompañadas por sus grupos de fans.

Sofía prefiere hacer algo completamente distinto, por ejemplo, usar su cuenta de Instagram para inspirar a los demás y mostrarles que, más allá de su increíble belleza física y todo su carisma, es una mujer común y corriente con las mismas preocupaciones que todo el mundo, alguien a quien su fama, popularidad y éxito no cambió y sigue siendo la misma joven que comenzó a desfilar siendo prácticamente una adolescente.

Sin embargo, el tiempo pasa para todos, y con un gesto pícaro (que le rompió el corazón a todos sus fans varones), la joven compartió, para celebrar su segundo aniversario como mujer casada varias fotos donde se la puede ver junto a su apuesto, alto y carismático marido, presumiendo, lógicamente, de haber encontrado un hombre tan apuesto y haberlo sumado a su vida en el momento justo, algo que, con lógica, le hace muy pero muy bien.