Los productores de tomate de la región atraviesan una profunda crisis debido a los bajísimos precios que reciben por su cosecha. Actualmente, un cajón de 20 kilos se vende por apenas $2.000 o $3.000, cuando el costo mínimo para cubrir los gastos ronda los $15.000. Esta situación está obligando a muchos trabajadores rurales a tirar la producción, ante la imposibilidad de siquiera recuperar lo invertido.

> “Hace una semana o dos que los precios cayeron considerablemente. Ya se está tirando la mercadería. Es muy triste tener que descartar comida después de tanto sacrificio”, expresó uno de los productores afectados.

Los costos de producción —como tendaleros, insumos, abonos, remedios y transporte— están dolarizados y en constante aumento. A eso se suma la competencia con productos importados, especialmente desde Chile, lo que genera una sobreoferta que desploma aún más los precios locales.

> “El tomate es un producto perecedero. Si no se consume rápido, se pierde. Y con tanta entrada de tomate chileno, el mercado se satura y nos pagan monedas”, agregaron.

El problema no es nuevo: ya a fines del año pasado los productores comenzaron a tirar parte de su cosecha por falta de compradores. Esta temporada, que arrancó entre abril y mayo, tuvo un breve repunte con valores de hasta $8.000 por cajón, pero en las últimas semanas la situación empeoró drásticamente.

Mientras tanto, los consumidores se enfrentan a precios que rondan los $1.500 o incluso $2.000 por kilo en verdulerías de Goya, lo que refleja un desequilibrio grave en la cadena de valor: el productor cobra una mínima parte y el consumidor paga caro.

> “No hay lógica. El productor no cubre ni los costos, y el consumidor paga fortunas. ¿Quién se está quedando con la diferencia?”, se preguntan.

Desde el sector piden medidas urgentes al Estado para proteger la producción local, frenar las importaciones en plena temporada y garantizar condiciones mínimas para que el trabajo del campo no termine en pérdida o descarte.

Miércoles, 30 de julio de 2025