Los nuevos hábitos de cuidado en los establecimientos y la readaptación al entorno escolar requiere una atención especial en los niños y niñas, quienes también atraviesan las consecuencias psicosociales de la llegada del coronavirus.

Los niños, niñas y adolescentes no han sido ajenos a las consecuencias psicosociales y emocionales de un año signado por la virtualidad, el aislamiento y el distanciamiento social. Desde la Dirección de Servicios Educativos de Prevención y Apoyo (Disepa) recomendaron a la comunidad educativa y a los tutores acompañar emocionalmente y atender a las necesidades de los menores en este nuevo período de adaptación a las normas de seguridad que se deberán cumplir en las instituciones.

En las últimas semanas ha proliferado la difusión de los protocolos sanitarios dentro de las instituciones y la importancia de la presencialidad en el progreso curricular e intelectual de los estudiantes de todos los niveles.

Sin embargo, la educación emocional también toma fuerza en este tiempo pandémico caracterizado por la incertidumbre.

La directora de la Disepa, Julia Saez, dialogó con El Litoral sobre los desafíos que plantea acompañar la formación integral de los menores en contexto de pandemia.


“Los chicos deben aprender a reconocer las emociones que los atraviesan. Los adolescentes y niños pueden también atravesar miedos, angustias y depresiones. No están exentos de los sufrimientos que ha traído el distanciamiento y las consecuencias sociales del coronavirus”, indicó Saez.

El Disepa advirtió que hay que atender a comportamientos poco usuales en los niños e incluso en sus silencios: “Si no pueden poner en palabras lo que les pasa y exteriorizar, hay que saber acompañarlos”.

“Los niños pasan mucho tiempo en las escuelas, de ahí la importancia del rol de los educadores en este lado “b” para estar alerta a necesidades especiales y acompañarlos si necesitan asistencia psicopedagógica”, explicó Saez.

Las nuevas características de la presencialidad y los cambios en la socialización de los más chicos se suma a los desafíos educativos.


Saez advirtió que “hay que acompañar a los chicos en todos estos cambios y de qué se trata las burbujas. Explicarles por qué son 15 días y también porqué no van a poder abrazar y jugar como antes con sus seños y compañeritos. Lo deben comprender para poder garantizar la prevención”.

“Hay veces que los chicos, al estar tanto tiempo en la casa, no se acostumbraron tanto al barbijo o al lavado frecuente de manos. Algunos sí y otros no, puede ser muy dispar”, indicó.

Saez también recordó la importancia de acompañar a los niños en la adquisición de los hábitos.

“En las escuelas siempre se inculca la importancia de compartir. Ahora ya no podrán compartir los útiles o la merienda. Para los adultos es fácil, pero hay que sentarse a hablar con los chicos”, remarcó.


Saez precisó que, si ese trabajo empieza en la casa, es una forma de colaborar el los docentes en las instituciones y garantizar la presencialidad segura: “Todos tenemos que apostar por la permanencia de los alumnos en las instituciones y debemos ayudar”.

Ley pionera

Corrientes fue la primera provincia del país en tener una legislación particular para acompañar este ángulo complementario de la educación.

En el año 2016, se sancionó la ley N° 6398 Ley de Educación Emocional, donde se califica de primordial “favorecer la adquisición de competencias socioemocionales para el desarrollo integral de los educandos”.

Dichas competencias incluyen autoconocimiento y simbolización de las emociones, la autorregulación (capacidad de espera, calma, control de impulsos, tolerancia a la frustración), la motivación para cumplir sus objetivos, la empatía, habilidades sociales de escucha, resolución de conflictos, comprensión, cooperación y solidaridad.


Desde el año 2017 el Ministerio de Educación brinda capacitaciones periódicas para los directivos y docentes.

(IRB)



Lunes, 1 de marzo de 2021